S e enamoro una rosa en primavera,
y sabiéndose el llanto, llora y llora
en silenciosa pena destructora,
por el rojo clavel se desesperaba.
Un luto en su pestaña y en su ojera,
va labrando su sed conmovedora,
enterrando el ardor que la devora,
a su manera trágica y sincera.
Recordando al clavel deja un suspiro,
empapado de sangre perfumada,
sollozando, su vida es un gemido.
Enmudeció la flor enamorada,
pregonando su amor ; su amor herido,
yo me guardo esa flor ya disecada,
y no la hecho en el olvido.
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