Un fulgor, acaricia mi frente
con un peso de influjos sonoros,
son su luz y sus ecos tesoros
que con fuerza embriagan mi mente.
Con un ángel que mira riente
a las manos me llena de oros
crepitando su luz en mis poros,
el poema surge transparente.
Yo escribo con voz cantarina,
su argumento mi pluma le implora
y el me dicta con voz cristalina.
En contacto mi alma adivina,
el anuncio que mi ser adora,
como musa de gracia divina.
Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 32
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*A/8.L*
El concepto filosófico *‘acrasia’* surge de un debate, en la antigüedad,
sobre la posibilidad de actuar en contra de lo que se sabe que es bueno...
Hace 10 horas
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