Cuando los ojos abras al recuerdo,
y sientas del amor su fiel aroma,
quizá el hundido espejo se levante
y un tránsito perdido, besará tu memoria.
Cuando la brisa riegue tus pupilas
entre una nube verás un rostro,
y resucitará la llama viva,
de un beso ardiente y de un amor remoto,
para dejar su huella en tu pensar,
entre la flor del verso que te entrego,
y vaga sombra, la voz te llegará.
Será el eco del silencio,
que jugando a esconderse viene y va,
por el cauce del rió suspirante,
donde gime la triste soledad.
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