Mi alma desnuda en el silencio,
da un grito audible, lleno de dulzor, sagrado,
! Dios mio ! excelsa claridad luz de mi anhelo,
yo elevo a ti mi voz, al alto cielo,
y gotean latidos palpitantes
al mirarme tus ojos relucientes.
Tu rutilante luz, abraza el viento.
Mis ojos empañados de polvo,
vierten hirvientes lágrimas.
Se han partido mis hélices para llegar a ti
y te llamo con el trino, de las aves que parten,
gimiendo de frió.
He aquí a quien no hizo lo que pudo
haber hecho.
Hoy me doy cuenta porque he colmado
mi experiencia.
Me diste la tierra, el aire, el agua y el fuego,
como hija de la naturaleza.
El corazón y el alma, como tu
torrencial presencia.
Hoy me das esa última luz que desprende
del viento en el atardecer... y en mi sopor
nocturno, me enlazas a tu latente paraíso.
Oye mi voz pura y poética, que llega hasta ti,
para que no me sienta contemplada,
como por una estrella.
Y por último, haz que tu universal presencia,
sea la luz del día,
que venga caminando conmigo hasta la orilla.
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